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2019: APOCALIPSIS 

     En Zihuatanejo, un pequeño lugar del Pacífico, un nuevo encuentro casual proporciona al sujeto identificado (ESI) otra exposición, dominada definitivamente por el arrebato apocalíptico que asomaba la cabeza en la anterior.  En este sentido,  afirma recordar algo que le dijo un tal Brooks:  “Vi un automóvil una vez cuando era niño, pero ahora están por todas partes. El mundo se ha lanzado a una maldita carrera”. Supongo que se refería a esa carrera que nos conduce precipitadamente hacia ninguna parte. 

    Parece que ESI por fin llega a una conclusión acerca de sus modos de acometer la realización de un cuadro: el tema no es más que una excusa para poder desarrollar los recursos que le proporciona la pintura.  Afirma que cada idea es para él como el MacGuffin al que aludía Hitchcock al referirse a ese elemento que le daba pie a generar el suspense en sus películas:  “Es un rodeo, un truco, una complicidad, lo que se llama un gimmick (…) He conseguido aprender a lo largo de los años que el MacGuffin no es nada” (F. Truffaut, 1967. El cine según Hitchcock).  Y, de igual manera,  nada es la temática para ESI,  sino un truco más destinado a dar pie al desarrollo de un paradójico discurso principal que se intuye en todo lo que acomete:  todo es una broma, sí, pero hagámoslo en serio.  

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